Leemos en Santiago, 2, 14.17: "¿Qué le aprovecha, hermanos míos, a uno decir "yo tengo fe", si no tiene obras?¿Podrá salvarle la fe?" "Así también la fe, si no tiene obras es de suyo muerta" Y prosigue (Santiago 2,19-22): "¿Tú crees que Dios es uno? Haces bien. Mas también los demonios creen y tiemblan. ¿Quieres saber, hombre vano, que es estéril la fe sin obras? Abraham, nuestro padre, ¿no fue justificado por las obras cuando ofreció sobre el altar a Isaac, su hijo? ¿Ves como la fe cooperaba con sus obras y que por las obras se hizo perfecta la fe?" Y concluye (Santiago 2, 26) "Pues como el cuerpo sin el espíritu es muerto, así también es muerta la fe sin las obras."
Uno de los fundadores del Protestantismo, Lutero, mantenía tan tenazmente que bastaba la fe sin obras para salvarse, que como la epístola de Santiago contradice tan claramente esta afirmación, llegó a sacar la epístola de Santiago del canon, es decir de los libros de la Biblia y dejó pues de reconocerlo como libro inspirado por Dios, apartándose así de la tradición milenaria de la Iglesia.
Actualmente sobre este tema la postura de los evangélicos, seguidores de Lutero, es muy distinta, pues reconocen la epístola de Santiago como libro inspirado por Dios y admiten que uno se salva si tiene fe viva es decir si su fe se muestra en obras. Su postura se ha acercado así notablemente a la de los católicos en este tema, algunos de cuyos teólogos buscan fórmulas de acercamiento mutuo sobre esta cuestión.
La objeción protestante se basa sobre todo en el texto de San Pablo (Gálatas 2, 16-17 y 3,2-7). En el texto de Gálatas 2, 16-17, leemos "y sabiendo que no se justifica el hombre por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo…". Se refiere a las obras de la Ley, aquello que prescribía la Ley de Moisés en sus partes no perennes.
Por otra parte para ver claramente que no es la fe sin obrasla que salva, en el mismo texto de Gálatas de S Pablo, 5,6. "Pues en Cristo Jesús ni vale la circuncisión ni vale el prepucio, sino la fe actuada por la caridad": Ello equivale a decir que la fe sin que se ponga en acto por la caridad no vale nada. Ahora bien la caridad transforma la fe en obras, pues la caridad, el amor, se demuestra obrando, como dice el refrán "obras son amores y no buenas razones". Luego ello es otro modo de decir que la fe sin obras, sin caridad real, es una fe muerta: Es imposible creer con amor, con caridad, no haciendo lo que nos manda el Señor, no haciendo obras buenas.
Fe y obras en santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino no ve ninguna oposición entre la afirmación de San Pablo "juzgamos que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley" (Rom 3, 28), y la de Santiago, "la fe sin las obras es muerta"(Sant 2, 26) Sostiene que el hombre se salva:
"por la fe, y esto sin las obras de la Ley (…) sin las obras de los preceptos morales; de tal manera, sin embargo, que se entienda, sin obras que precedana la justicia; pero no sin obras que se sigan de la justicia porque como se dice en Sant 2, "la fe sin las obras", quiere decir subsiguientes a la justicia, "es muerta"" (In epistolam Pauli ad Romanos expositio, III, lec. IV, n. 317).
"es necesario que sea primeramente justificado internamente el corazón del hombre por Dios para que el hombre haga obras proporcionadas a la gloria divina" (In Epistolam Pauli ad Romanos expositio, IV, lec. I, n. 325.); o bien que "después que el hombre ha sido justificado por la fe, es necesario que su fe obre por la caridad para conseguir la salvación" (in Epistolam Pauli ad Romanos expositio, X, lec. II, n. 831).
Comentario
: Las obras sin amor a Dios y a los hermanos son vanas, no tienen a ojos de Dios ningún valor: Por ejemplo, si un hombre hace grandes obras de beneficencia para que le alaben, sus obras son expresión de su egoísmo y no de verdadero amor. (Dice el evangelio si das para que te alaben "ya tienes tu recompensa" (Mt 6, 2-4), es decir Dios no te lo premiará, es algo sin valor a sus ojos, si no es considerado quizá como algo digno de castigo).
Ahora bien para tener una disposición de corazón de amor verdadero aDios y al prójimo, necesitamos la gracia de Dios: necesitamos, al menos un inicio de fe (aunque no conozcan, algunas personas, explícitamente a Jesucristo, lo conozcan por un inicial movimiento de caridad hacia Dios y sus hermanos, que presupone un inicio de fe en Cristo al que ven sin saberlo en sus hermanos, gracia que Dios no niega a nadie, así como un inicial asentimiento o cooperación libre a ese inicio de fe, ya que es posible negarse a cooperar con la gracia, pues Dios no impone nunca, sino que respeta nuestra libertad).
En este sentido, la fe es necesaria para que nuestras obras sean gratas a Dios. Pero, aun supuesto este primer asentimiento a la fe, si no siguieran las obras buenas que hacen de la fe una fe viva no nos serviría de nada, se trataría de una fe muerta.