El Marxismo promete un paraíso en la tierra si se abandonan las creencias y se pierden los escrúpulos: La meta, aparentemente, es seductora: una sociedad en que reinará la abundancia para todos, en que no habrá desigualdades: el Paraíso en la tierra: olvidemos el Cielo, la religión (que llamaba Marx "opio del pueblo"), y, sin Dios , construyamos la sociedad perfecta. Afirma que "El fin justifica los medios": es decir cualquier medio es lícito, mentir, asesinar, etc. para instaurar ese paraíso en el mundo, la sociedad sin clases en que todos tendrán de todo. El comunismo marxista predica el odio organizado contra clases, ideologías o religiones que les resultan opuestas.
El Comunismo marxista repite la voz de Satanás cuando les dijo a nuestros primeros padres. "Comed de este fruto y seréis como Dios". Y para hacer de personas normales hombres y mujeres capaces de los mayores crímenes por la causa tiene que arrancarles la creencia en Dios. Por ello además del ateísmo militante que se traduce en activa propaganda de la negación de Dios, procuran introducirse – lobos con piel de oveja – con palabras dulces entre los creyentes a quienes aseguran que respetan su fe para ir poco a poco erosionándola y oponiéndolos a la Iglesia.
El Comunismo se extendió por el mundo por la fuerza de las armas, aprovechando frecuentemente las situaciones de grave injusticia social que existían, deslumbrando a muchos intelectuales y trabajadores, con el cebo de la lucha contra la injusticia y la miseria.
Pero allí donde existía una tiranía o dictadura, los comunistas la sustituyeron por otra peor: así al régimen de los zares en Rusia sucedió una férrea dictadura comunista que se cimentaba sobre millones de asesinatos, sobre torturas, campos de concentración y una feroz persecución anticristiana. Sólo en tiempos de Stalin la sangrienta represión comunista hizo muchos millones de víctimas.
Pero en realidad el despotismo inhumano del comunismo se remonta a su fundador práctico, a Lenin, que en sus obras completas dice que "un poco de terror es necesario" o "que en política la ética no cuenta, que la única ética es la eficacia".
Reflexionemos sobre este hecho: que cuando se combate una tiranía con las mismas armas que las que usa la tiranía, es decir basándose en el odio, en el terror pretendidamente liberador, en la diabólica máxima de que el fin justifica los medios, es casi seguro que el fruto de esa lucha será otra dictadura igual o peor que la anterior.
En realidad, de una semilla malvada no es posible que salgan buenos frutos; si los medios que se emplean para luchar contra una injusticia son injustos, son malos, lo que resultará de esos medios, sus hijos naturales, será otra situación de injusticia.
De modo que decir que el fin justifica los medios es olvidar que el fin es hijo de los medios, depende de los medios que se usen y los medios malos vician, desvirtúan, adulteran, dan malos frutos y condicionan los fines que se alcanzan.
Así se desvela qué brutal falsificación está en la base del comunismo: alcanzar la sociedad perfecta por medio de la dictadura del proletariado: Se llegará a una sociedad pacífica por medio de asesinatos y torturas; se llegará a una sociedad sin clases, con igualdad, por medio de una feroz discriminación que deja sin derechos a buena parte de la población y así sucesivamente.
Y los frutos del comunismo no podían menos que ser nefastos y acerbos: Tras su caída en Rusia y los países del Este europeo a partir de 1989, la población en su mayoría respiró aliviada. No deja de ser significativo que en donde empezó su ocaso, en Polonia, fueron los obreros del sindicato clandestino Solidanorsc quienes encabezaron por medios pacíficos la lucha contra el régimen dictatorial comunista, ya que la pretendida dictadura de los obreros devoraba a quienes decía defender.
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3>En las tentaciones que Jesús padeció en el desierto, tras haber ayunado durante 40 días, Satanás, viendo que tenía hambre, le dice: "Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes". Pero Jesús contesta: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios": Hay algo más importante que el pan, que las cosas materiales, a que el
comunismo ateo quiere reducir la realidad del hombre, y es escuchar en el fondo del corazón la voz del Señor y ponerla en práctica.
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>Y en el Evangelio se nos dice "Buscad el Reino de Dios y su justicia (su santidad) y todo lo demás se os dará por añadidura". Es decir si buscamos lo que Dios desea, entonces el pan, los bienes materiales, nos serán dados a más a más.
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>Como recoge atinadamente el actual Papa, Benedicto XVI: "Allí donde este orden de los bienes (la precedencia de Dios) no es respetado, sino invertido, no se consigue ya la justicia, no se cuida al hombre que sufre, sino que se crean desórdenes y destrucción también en el ámbito de los bienes materiales. Donde Dios es dejado de lado y se considera que se puede prescindir de Él, de momento o para siempre, en nombre de cosas que se consideran más importantes, entonces fracasan incluso tales cosas supuestamente de mayor importancia".
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>"No lo demuestra solamente el fracaso de la experiencia marxista", también – dice el Papa de modo más extenso- es el caso de la ayuda de los países occidentales a los países en desarrollo, o del Tercer Mundo, en que se ha tratado de dar una ayuda meramente técnico-material, prescindiendo de Dios, y se han pospuesto los valores religioso y morales de estos pueblos, a quienes se ha querido vender una nueva versión, que ha fracasado, de convertir las piedras en panes.
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>"Si el corazón del hombre no es bueno, nada puede hacerse bueno. Y la bondad del corazón sólo puede venir de Aquél que es Él mismo la Bondad, el Bien" (pág. 56, obra citada).
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>Citemos también las palabras de la Virgen en una revelación privada hecha al sacerdote italiano Don Esteban Gobbi el 14 de Mayo de 1989 en vísperas de la caída del comunismo en Europa:
"El enorme Dragón Rojo (del Apocalipsis) es el comunismo ateo que ha difundido por todas partes el error de la negación y del obstinado rechazo de Dios. El enorme Dragón Rojo es el ateísmo marxista, que se presenta con diez cuernos, es decir con la potencia de sus medios de comunicación, para conducir a la humanidad a desobedecer los diez Mandamientos de Dios, y con siete cabezas, sobre cada una de las cuales hay una diadema, signo de poder y de realeza, las cabezas coronadas indican las Naciones en las que el comunismo ateo se ha establecido y domina con la fuerza de su poder ideológico, político y militar. La enormidad del Dragón manifiesta claramente la gran extensión de tierra ocupada por el dominio incontrastado del ateísmo comunista. Su color es rojo porque usa la guerra y la sangre como instrumentos de sus numerosas conquistas".
"El enorme Dragón Rojo en estos años ha logrado conquistar la humanidad con el error del ateísmo teórico o práctico, que ya ha seducido a todas las naciones de la tierra. De este modo se ha logrado construir una nueva civilización sin Dios, materialista, egoísta, hedonista, árida y fría, que lleva en sí los gérmenes de la corrupción y de la muerte."
"El enorme Dragón Rojo tiene el objetivo diabólico de sustraer toda la humanidad al dominio de Dios, a la glorificación de la Santísima Trinidad, a la plena actuación del Designio del Padre, que por medio del Hijo, la ha creado para su Gloria. El Señor me ha revestido con su Luz y el Espíritu Santo con su Divina Potencia; así Yo aparezco como un gran signo en el Cielo, Mujer vestida del Sol, porque tengo la misión de sustraer la humanidad al dominio del enorme Dragón Rojo y de reconducir a toda ella a la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad".
La lucha por una sociedad más justa se deriva del amor a todos los hombres y en particular a los más necesitados, a los menos considerados por la sociedad. Y, por tanto un cristiano tiene que participar en ella, si bien con medios en que esté excluido el odio, el terror, la mentira, con medios justos.
Si no fuera así, la lucha por la emancipación de los más pobres convertiría a sus actores, en particular a las clases más humildes que participaran en ella, en criminales, en seres repletos de odio, poniendo así en peligro la finalidad más importante de la vida del hombre, la salvación eterna: "¿De qué le vale a un hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?". Equivaldría a inducir a los trabajadores a vender por un plato de lentejas su primogenitura celestial.
El cristiano no puede colaborar con el comunismo marxista: Su concepción de la lucha de clases es esencialmente anticristiana. "No busca el remedio de las injusticias por la conversión de los injustos, sino por la destrucción violenta del adversario al que considera con un criterio maniqueo como absoluta e irremediablemente malo. Con ello viene a sustituir una injusticia por otra injusticia, y la caridad cristiana que manda amar aun a los enemigos, por el odio sistemático"
Dios es Amor y quiere que amemos en Él incluso a los enemigos, sin que esto signifique que no podamos defendernos de la injusticia por medios buenos, sin caer en el odio, deseando pues el bien para el injusto y así su conversión y que acabe con su injusticia que sería el mayor bien para él mismo y para los afectados por su proceder injusto.