Ante todo digamos que la Sábana Santa o Santa Síndone es un lienzo que tiene la imagen de un hombre que murió entre terribles torturas y que la tradición cristiana identifica como a Jesucristo que padeció y murió en cruz por nuestros pecados en el año 33, aproximadamente, de nuestra era (siglo I). Sería el lienzo en que José de Arimatea envolvió a Nuestro Señor después de su Pasión antes de depositarlo en el sepulcro. Y la imagen impresa en la Sábana sería un retrato de Nuestro Señor tras su terrible agonía.
Con todo, en 1988 se realizó una prueba científica para averiguar la edad de la Sábana basándose en el carbono 14 o carbono radiactivo que tenía el lienzo. El resultado fue, aunque como veremos en este caso la prueba puede no ser fiable, que la Sábana sólo contaba con 750 años de antigüedad – prueba de Oxford, o de 646 – prueba de Tucson, o de 675 años, prueba de Zurich, por lo que de no haber existido algún hecho que enriqueciera el carbono 14 hallado en el santo lienzo, la fecha de la Sábana sería de 1238, ó 1334 ó 1301, por lo que no se trataría de un tejido del siglo I.
Hay que decir que la Sábana Santa sufrió dos incendios (además del humo de las velas y la transpiración de las multitudes de fieles). Por ello, sin negar que el carbono 14 hallado en la misma no se corresponde con la edad del lienzo que nos marca la tradición, ese enriquecimiento del carbono 14 (que no haya perdido tanto carbono 14 radioactivo como correspondería a su origen del siglo I), puede deberse a esos factores. En efecto nos dice Ricardo Ruiz Vallejo en su artículo "La Ciencia se pronuncia en torno a la Sábana Santa" ("ABC", 10-8-98, pág. 48):
"Se ha ocultado al público el hecho de que el científico ruso Dimitri Kouznetsov, poseyendo un lienzo de lino del S.I.D.C. lo envió en tres partes a los laboratorios de Zurich, Oxford y Arizona, los que a su vez, en 1988 habían hecho la pseudodatación del lienzo de Turín para que le diesen la edad de la parte de los lienzos que les enviaba. Los tres laboratorios concordaron en la datación: los lienzos, en efecto, databan del siglo I d.C.. Ahora bien, este mismo científico ruso toma las mismas muestras haciéndolas sufrir las consecuencias de un incendio y se las envía de nuevo a los tres laboratorios. La respuesta de los laboratorios según estos lienzos fue que eran del siglo XII o XIV d.C.. Así, Dimitri Kouznetsov, director del laboratorio científico de Moscú, probó que una tela u objeto afectado directa o indirectamente por un incendio no puede ser sometido al incierto método de datación por Carbono 14".
Pero hay más: en el lienzo se adivina la figura de un hombre, pero con trazos poco claros y al hacer la primera fotografía se descubrió que el cliché, el negativo, revelaba perfectamente un retrato de un hombre muerto: es decir la imagen del lienzo era como un negativo fotográfico, una imagen que se puede concebir como la impresión de la luz en un material sensible haciendo más oscuras las partes más iluminadas.
Además, científicos norteamericanos de la Academia de las Fuerzas Aéreas junto con varios doctores técnicos del Jet Propulsion Laboratory de Pasadena concluyeron en 1977, tras examinar la Sábana Santa con técnicas espaciales, que la imagen grabada en el lienzo era tridimensional, es decir permitía reconstruir las tres dimensiones y por tanto dar una imagen con volumen, en tres dimensiones, ya que se daba una proporción fija entre distancia de los diversos puntos impresos en el lienzo y el lugar del cuerpo de donde procedían. (Esa característica no la poseen las fotografías corrientes y sí las de astros).Concluían también que en el momento de la plasmación de la imagen en el lienzo el cuerpo no estaba en contacto con el lienzo, es decir la imagen no se formó por contacto. Y que sólo una radiación desconocida tan uniformemente distribuida por todos los casi 5 metros cuadrados, tan distante de ser un foco concentrado y tan eficaz en su impresión frontal como dorsal, podía haber causado tales huellas.
De modo que suponer que en la Edad Media alguien hubiera falsificado las imágenes de la Sábana es suponer que se conocía entonces cómo hacer un negativo fotográfico, cómo realizar una imagen tridimensional (técnica espacial), y cómo grabar por medio de radiación. Todo ello resulta inverosímil. Tendríamos que pensar que en la Edad Media contaban con ingenieros nucleares y técnicas avanzadísimas.
Y, por otra parte, nadie discute que la Sábana Santa tiene existencia documentada desde 1353. Y aun anterior al siglo XIII. "Los documentos históricos ofrecidos, que la sitúan entre los siglos VI y XIII, antes del 1260 en todo caso" (Pág. 36 del libro "La Sábana Santa es auténtica" por Juan Manuel Igartua, Mensajero, Bilbao, 1990 (?))
Y, en la pág. 37 del mismo libro nos dice: "Estuvo, casi con certeza, en Jerusalén en el siglo VII, según testimonio conservado del obispo Arculfo en su viaje a los lugares santos de Palestina" (Estos testimonios históricos invalidarían las conclusiones de la prueba del Carbono 14).
Además otras características de las imágenes grabadas en la Sábana Santa son la precisión de los datos anatómicos con pormenores exactos, lo que exigiría que el presunto falsificador además de ingeniero nuclear y gran artista fuese un conocedor pasmoso de la anatomía y características de las heridas y de los cadáveres. De estos detalles de las huellas de las heridas se deduce que de la herida del costado manó sangre grumosa, sangre y agua que nos dice el Evangelio, y que sería pues una herida hecha cuando el crucificado ya había muerto.
Por otra parte para confirmarnos lo que intuimos – que la imagen de la Sábana Santa no ha sido hecha por mano humana – hay que señalar la estabilidad de dicha imagen, insensible – no perjudicada – por el incendio de 1532 que alcanzó a fundir la plata de la arqueta (900 grados centígrados).
Para apreciar que la imagen corresponde a la de un crucificado del siglo I, también contribuye el que en ella se distingue en los ojos unas monedas romanas de ese tiempo (según costumbre funeraria judía para evitar que se abrieran los ojos al cadáver). Y paracomprobar que se trata de un crucificado basta con ver las heridas en manos y pies. Para intuir que se trata de Cristo hay que añadir las huellas de la corona de espinas y la llaga del costado y los terribles golpes del flagrum romano que aparecen invertidos (recordemos que según el evangelio Jesús antes de ser crucificado fue flagelado), además del carácter portentoso y único de la imagen. También se aprecia la llaga del hombro izquierdo causada al llevar la cruz.
Hay también manchas de sangre que, a diferencia de la imagen que es superficial, tienen capilaridad, es decir traspasan la tela.
Nos encontramos pues ante un mudo discurso que nos cuenta la Pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo:
Pío XI dijo que no era obra de mano humana; Pío XII habló de extraordinario vestigio de la Pasión del Redentor. Juan XXIII afirmó que "allí estaba el dedo de Dios". Y Juan Pablo II en 1983 se refirió a la Santa Sábana como "la reliquia más espléndida de la Pasión y Resurrección de Jesucristo (después de 1988- prueba del carbono 14 – un cardenal aludió a la Síndone como a "icono venerable de Cristo").
Terminemos con palabras del libro ya citado de Juan M. Igartua, pág. 297:
"Tal es la celeste muestra del que a través de la Sagrada Síndone (Sábana Santa), anhela ver el rostro humano y la figura de Cristo en su gloria, unido a la Divinidad por Su persona. En esta mirada se agota todo el deseo del creyente, y tal mirada será su gozo por toda la eternidad, pero ya sin velo alguno de misterio, en visión directa y sin imagen previa. Pero siempre verá la figura humana de Cristo, sin más heridas que las cinco llagas en gloria, y con ojos vivos, admirables, eternos, resplandecientes".