¿Es preciso evitar que nazca más gente para que haya alimentos para todos?

Fue el economista inglés Malthus quien popularizó la idea de que los frutos de la tierra crecen menos que lo que aumenta la población. Según Malthus la producción de alimentos crecería en progresión aritmética (2,4,6,8,10), mientras que la población lo haría mucho más aceleradamente, en progresión geométrica (2, 4, 8, 16): Esto equivale a afirmar que cada nuevo trabajador en la tierra agrícola produciría cada vez menos, hasta llegar un momento en que el nuevo trabajador no produciría prácticamente nada, y los nuevos nacidos no podrían al pasar a trabajar la tierra lograr producir lo necesario para subsistir por lo que morirían de hambre.

Y esta mortandad (simplificando) se encargaría de mantener la población del mundo estancada, sin que pudiera crecer por falta de alimentos. Y se dice actualmente "controlemos los nacimientos impidiendo que nazca más gente para que no mueran de hambre".

Pero en el año 1994 los habitantes del globo terráqueo llegaron a 5.500 millones. En la actualidad, año 2007, más de 6.000 millones (y en el año 2006 se auguraba un aumento de 80 millones de habitantes en toda la Tierra, en los años próximos), tras un crecimiento continuado, y por otra parte, el crecimiento de la población parece seguro que continuará en los próximos años, salvo catástrofes imprevistas.

¿Y cómo ha sido esto posible – el crecimiento continuo de la población mundial – si la tierra cada vez produciría menos alimentos por trabajador hasta llegar a no producir nada más por trabajador nuevo? ¿Acaso se cultivan nuevas tierras? Si miramos el Mundo apenas si hay tierras nuevas para cultivar, y en el conjunto mundial apenas si crecen las tierras cultivadas. Por tanto si fuera cierta la teoría de Malthus [que la escribió por vez primera a finales del siglo XVIII, cuando la población de Inglaterra y del mundo era incomparablemente menor, 6 veces menor (la mundial)] haría ya mucho tiempo que la población de la Tierra no podría crecer por falta material de alimentos para sus habitantes (y en cambio la población mundial se ha multiplicado por 6, desde los tiempos en que vivió Malthus).

El hecho mismo de que la población crezca significa que la tierra produce igual o más por nuevo trabajador agrícola (ello se ve reforzado por el hecho de que se ha producido un gran descenso del porcentaje de trabajadores dedicados a la agricultura).

Y como era de esperar los datos de la producción de alimentos por persona confirman lo dicho: ya que la producción de alimentos per cápita aumenta a medida que pasan años – toca cada vez a más alimentos por persona. Así, la producción de alimentos por persona (per cápita) creció en un 2 % en el conjunto de los países desarrollados y en un 5% en el conjunto de los países subdesarrollados o en desarrollo en unos cinco años (crecimiento de la media de 1986-8 sobre la media de 1981-3) o según otros datos en un 3% en el conjunto de países desarrollados y en un 11% en el conjunto de países en desarrollo (o subdesarrollados) en unos diez años (media de 1986-8 sobre media 1976-8).

Es decir, que incluso en el conjunto de los países pobres crece por persona la producción de alimentos.

Y ello significa que si un trabajador de la tierra produce cada vez más cantidad de alimentos, a medida que crezca la población mejora el nivel de vida, tocan a más alimentos por persona. Por tanto, para el conjunto del mundo es falso que controlar los nacimientos y hacer que disminuya la población garantice un mejor nivel de vida. Y por tanto es falso que sea necesario ejercer un control de nacimientos, a veces de modo totalitario (abortos o esterilización obligatorios).

Es cierto que en algunos países, por ejemplo Etiopía hace ya unos años, a veces hay hambre aguda y escasez de alimentos. Pero no es menos cierto que si la solidaridad internacional funcionara estos azotes del hambre tendrían de sobra remedio: En el mundo hay alimentos para todos los hombres.

Lo que se argumenta en favor del control de natalidad es pues, en conjunto, falso, pues no existe problema para alimentar una población mundial creciente, siempre que exista solidaridad, amor al que tiene hambre, y por los países con exceso de alimentos se ayude a los países con escasez. Por tanto, la política de control de natalidad (muchas veces inhumana, por ejemplo en China, se limitan los hijos a sólo uno, o en la India hay un control de natalidad brutal auspiciado por los grandes países ricos), que se apoya en la teoría de Malthus, que como hemos visto es falsa, carece de razón de ser, no sólo desde el punto de vista moral, sino también económico.

Para el creyente, esta conclusión es natural. Como dice el Evangelio más es la vida que el alimento y el vestido. Y Dios que nos ha dado la vida no dejará de proporcionarnos el alimento. No va a permitir que nazcan hombres y no haya alimentos para ellos (salvo que la maldad de algunos hombres así lo disponga, pues Dios permite el mal que obra el hombre, aunque después, en la otra vida lo castigue: permitió, por ejemplo Dios, la matanza de los Santos Inocentes, aunque ahora, sabemos, están en el Cielo)

Eso sí, tenemos que trabajar no sólo para producir, sino también para distribuir justamente lo producido: "Buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura".