Objetivamente el mar está compuesto de agua, objetivamente dos y tres suman cinco; estas verdades no dependen de la opinión de cada persona, más bien se imponen a todos por su misma evidencia, y si alguien tiene una opinión que choca con esta realidad, decimos que tal persona está en un error, no está en la verdad. ¿Será acaso sólo en el orden de la moral en que no se podrían hacer afirmaciones objetivas (es decir que hay objetos elegidos deliberada y libremente por la voluntad que son malos (o buenos) en sí)? ¿Dependería esta verdad moral sólo de las impresiones subjetivas, de las opiniones de cada cuál?
Para ver que también en el orden moral puede hablarse de un orden objetivo, tomemos un sencillo ejemplo: ¿No es verdad acaso que siempre será inmoral asesinar a un inocente? Tenemos una percepción moral intuitiva, un sentido moral innato, que nos dice que ello es así. Del mismo modo que nuestros ojos y experiencia nos dicen que el mar está compuesto de agua.
Ahora bien, un ciego o quien nunca ha visto el mar, puede mantener que el mar no tiene agua. De la misma manera sólo quien se haya mutilado esa visión moral interior puede mantener que matar a un inocente no es contra el orden moral.
En cualquier caso, al igual que el mar estará formado de agua, por más que una o muchas personas digan que no, de la misma manera, matar a un inocente será siempre condenable moralmente por más que alguna, algunas o muchas personas digan que no.
Se sobreentiende que si se hace con pleno conocimiento y libre consentimiento estas acciones objetivamente malas siempre serán malas, sea cual sea la intención, así si se mata a un inocente para salvar a otra persona o incluso para salvar a un pueblo, delante de Dios esa acción seguirá siendo un crimen reprobable.Así leemos en el Catecismo, nº 1753: "Una intención buena (por ejemplo: ayudar al prójimo) no hace ni bueno ni justo un comportamiento en sí mismo desordenado (como la mentira y la maledicencia) El fin no justifica los medios. Así, no se puede justificar la condena de un inocente como un medio legítimo para salvar al pueblo".
Tampoco "las circunstancias no pueden de suyo modificar la calidad moral de los actos; no pueden hacer ni buena ni justa una acción que de suyo es mala (aunque puedan agravar o disminuir su malicia)." (Catecismo, nº 1754)
Y nos ratifica el Catecismo en su nº 1756: "Hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio. No está permitido hacer el mal para obtener un bien."
Pero ¿qué hacer cuando nos sentimos tentados y atraídos por el mal? Orar y reflexionar, Dios no nos abandona: "El Espíritu Santo nos hace discernir entre la prueba (buena para nuestro crecimiento interior) (…) y la tentación que conduce al pecado y a la muerte (…) el discernimiento desenmascara la mentira de la tentación: aparentemente su objeto es "bueno, seductor a la vista, deseable" (Gn 3,6), mientras que, en realidad, su fruto es la muerte" (Catecismo nº 2847).