¿Hay que imitar a la Naturaleza?

¿Se puede aprender de la Naturaleza, del comportamiento de los animales? Ciertamente contemplando la Naturaleza pueden extraerse lecciones de sabiduría y de belleza que Dios Creador ha dejado impresas en ella. Pero siempre que se lean tales lecciones guiándonos por la razón iluminada por la fe. En otro caso la imitación de la Naturaleza puede ser ambigua e incluso negativa.

Así, ¿debemos imitar al pelícano que se abre el pecho para que sus crías beban su sangre? o ¿debemos imitar al águila rapaz que sin compasión se abate sobre cachorros indefensos o a la fiera que devora a sus propias crías?:

El hombre debe discernir con su razón y con su corazón qué ejemplos de la Naturaleza, del comportamiento de los animales que carecen de razón, seguir y cuáles rechazar y superar con su espíritu racional: El hombre no es ciego y puede escoger entre los ejemplos naturales; ante el hombre, como dice la Biblia, pone Dios agua y fuego, a él toca elegir el camino bueno.

Hay que advertir que la imitación de la Naturaleza, sin más, puede convertir al hombre en un ser cruel y bestial, según los ejemplos que escoja: puede conducir a perseguir ser una especie de superhombre que sería en realidad una superbestia o un superdiablo.

Además del mundo natural existe un mundo y una vida sobrenaturales. La fuerza, la fiereza y la búsqueda ciega del placer, que muchos idolatran y deducen en y de la Naturaleza no son lo superior para el espíritu del hombre:

Dios desde la cruz podía haber fulminado a sus verdugos, sin embargo pronunció la palabra sobrehumana: "Perdónalos porque no saben lo que hacen". Y como el pelícano abre su pecho para que se alimenten sus crías, permitió que brotara sangre de su Corazón para amamantarnos para la vida eterna.

El hombre que en vez de seguir los ejemplos que superan a la Naturaleza o los ejemplos de la Naturaleza que son una elevación para su espíritu, eligiera ejemplos de comportamiento animal que nada de malo tienen para el animal que sigue sus instintos, pero que trasladados sin más al hombre resultan aberrantes, se degradaría.

Así, por ejemplo, si un hombre abandonara a sus hijos como el avestruz abandona sus huevos, no podríamos menos que tener su comportamiento por despiadado, inhumano y bestial.

La Naturaleza obedece unas leyes sin poder dejar de obedecerlas: los animales tienen unos instintos que no pueden dejar de seguir. Sólo el hombre puede y debe, dentro de ciertos límites, dejar de secundar sus instintos y someterlos a la razón y al corazón, al espíritu. Por tanto, sólo de forma limitada debe el hombre imitar a la Naturaleza.

Por otra parte, por la fe sabemos que el hombre – con la excepción de María Santísima – nace con el pecado original, que causa, aun después de borrado, una tendencia desordenada de nuestros apetitos:

Nuestros instintos, si no son regulados por la razón iluminada por la fe, pueden conducir a conductas aberrantes: La idolatría del cuerpo, de los instintos, del placer a toda costa como un diosecillo tiránico, conduce al hombre a ser un esclavo de sus pasiones, una marioneta que gira a cualquier viento y un ser abyecto incapaz de elevar su alma y de experimentar el verdadero amor.

Lo contrario enseña el naturalismo que postula que el hombre ha de abandonarse a sus instintos naturales sin tener en cuenta que tal abandono puede ocasionar resultados degradantes y aun criminales: Si mi mal carácter me impulsa a vengarme de mi enemigo aun matándolo, según este punto de vista, que haría que cada uno siguiera sus impulsos "naturales", sin cortapisas, lo lógico es acabar matando a mi enemigo.

Algo distinto enseña la fe cristiana que eleva al hombre por encima de su naturaleza caída y le impulsa a actuar de modo virtuoso y sobrenatural, elevando su ser hasta perdonar y amar a su enemigo, a pagar con bien el mal recibido.

Con todo, si contemplamos la Naturaleza con ojos de fe y amor, veremos como en un espejo el poder, la sabiduría y belleza de Dios, leeremos un libro que cuenta Su grandeza y veremos en ella un motivo para elevar nuestro espíritu y alabar a nuestro Creador.